Salud cardiaca y contaminación atmosférica

Instintivamente sabemos que la exposición a altos niveles de contaminación atmosférica puede dañar el sistema respiratorio de una persona. Pero hay estudios que demuestran que la contaminación atmosférica aumenta los problemas cardiovasculares y la mortalidad. La Organización Mundial de la Salud calcula que la contaminación atmosférica es la principal causa del 24% de las muertes por cardiopatías coronarias y del 25% de las debidas a accidentes cerebrovasculares.1

El Fondo de Defensa del Medio Ambiente considera que la contaminación atmosférica es el peligro medioambiental más responsable de las muertes prematuras.2 Siga leyendo para saber cómo afecta la contaminación atmosférica a la salud del corazón y qué se puede hacer para controlar la exposición a contaminantes atmosféricos peligrosos.

Cómo afecta la contaminación atmosférica a la salud del corazón

Cuando se inhalan, muchas de las partículas del aire contaminado son tan diminutas que pueden llegar al sistema circulatorio, incluido el corazón. Su impacto incluye un mayor riesgo de latidos irregulares, o arritmia, infartos de miocardio e ictus. Esto es especialmente cierto con la exposición a largo plazo, pero el daño al corazón puede producirse incluso a corto plazo.3

Una vez que los contaminantes penetran en el sistema circulatorio, pueden causar inflamación, dañar los vasos sanguíneos y aumentar la calcificación arterial.

Las investigaciones han demostrado que, una vez que los contaminantes se introducen en el sistema circulatorio, pueden causar inflamación, dañar los vasos sanguíneos y aumentar la calcificación arterial, todo lo cual contribuye a explicar el mayor potencial de complicaciones cardiovasculares.4,5

Peligros de determinados contaminantes

Partículas finas PM2.5y partículas ultrafinas se infiltran más profundamente en los pulmones que otros contaminantes, lo que las convierte en uno de los mayores peligros para la salud del corazón.6 PM2.5 son partículas de 2,5 micras o menos de diámetro, mientras que las partículas ultrafinas miden menos de 0,1 micras de diámetro.

La combustión de combustibles fósiles da lugar a la creación de compuestos orgánicos volátiles y óxidos de nitrógeno, como el dióxido de nitrógeno, y una vez que reaccionan entre sí, ozono se forma ozono. Se sabe que incluso una exposición de corta duración provoca dolor torácico. A la exposición prolongada se le atribuye la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Se ha determinado que el dióxido de azufre tiene efectos nocivos sobre el sistema cardiovascular.

Cuando se queman combustibles fósiles que contienen azufre, el dióxido de azufre (SO2) como subproducto. SO2 tiene efectos nocivos sobre el sistema cardiovascular.

Otro contaminante atmosférico que contribuye a aumentar el riesgo de cardiopatías es el carbono negro. Las fuentes de emisiones de carbono negro incluyen:

  • motores de combustión (especialmente diésel)
  • chimeneas y estufas de leña
  • sistemas de calefacción de carbón y gasóleo pesado
  • quema de residuos
  • incendios forestales

Algunos son más vulnerables a los contaminantes atmosféricos

Los estudios indican que hay varios grupos más amenazados por los efectos nocivos de la contaminación atmosférica. Entre estos grupos figuran:

  • los niños
  • las mujeres embarazadas
  • adultos mayores
  • personas con enfermedades cardiacas o pulmonares preexistentes
  • las personas que viven en zonas con niveles elevados de contaminantes en el aire

Un informe del Programa Nacional de Toxicología detalla cómo la exposición a la contaminación atmosférica relacionada con el transporte (TRAP) durante el embarazo aumenta la amenaza de cambios graves en la presión arterial, también llamados trastornos hipertensivos. Además de ser fuentes conocidas de partos prematuros y bajo peso al nacer, estos trastornos también están relacionados con la muerte de mujeres embarazadas y de sus hijos no nacidos.7

Se descubrió que las mujeres posmenopáusicas corrían un mayor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares si se exponían diariamente, incluso a corto plazo, a los óxidos de nitrógeno.8

Las que experimentaban una mayor exposición a la contaminación relacionada con el tráfico tenían niveles más bajos de colesterol HDL, que aumenta el riesgo de enfermedades cardiacas.

Un grupo de hombres y mujeres de entre 45 y 84 años participó en un estudio que buscaba una conexión entre la contaminación atmosférica y los niveles de colesterol HDL, también conocido como colesterol bueno, en su organismo. Se descubrió que aquellos del grupo que experimentaban una mayor exposición a la contaminación relacionada con el tráfico tenían niveles más bajos de colesterol HDL, que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas.9

El Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre está trabajando con la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y otras organizaciones para ayudar a mejorar la comunicación al público sobre estos problemas de salud con el objetivo de reducir la exposición comunitaria a la contaminación atmosférica.

Lo que hay que saber

Proteger la salud de los efectos nocivos, y a veces mortales, de los contaminantes del aire:

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